26/05/2006

JORGEMARIO SARMIENTO poemas...

En algún punto, perdimos los límites
De nuestra cordura…
En alguna parte, nos enredamos

en las finas telarañas
Que tejen y destejen el destino

que no nos pertenece.

Porque somos animales carnívoros,

sedientos de una sangre
Heredada de la pólvora y el fuego,
De agrias savias que se escurren

por nuestra frente
Y nos hunden las manos,

sedientas de sangre,
En fangos olorosos a hiel

y a muerte.

Porque este es nuestro destino
Que recibimos de antepasados

podridos en sus tumbas,
Que danzan al compás

del rítmico llanto.

Así somos… así seremos…

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II

Las frías noches…
Noches en las que las sábanas

abrazaban nuestros cuerpos,
Recogidos por el inmortal frío…

Esa noche…
Donde las panteras de los sueños pesados,

andaban libres
Como palomas en las plazas,
Revoloteando por nuestra mente,

adueñándose de los deseos,
de las angustias: de la vida durmiente.
Ah, esa noche, esa noche
Donde mi alma se unía a la tuya

buscando un refugio del viento helado,
Que se colaba por las cortinas de tercio pelo,
Buscaba mi piel hasta hacerla

temblar por su presencia.

Sí, era aquella noche,
Era aquella noche cuando el inmortal frío

hizo que me acercara a tu pecho
Me refugiara en tu ser lleno de miedos

por las pantera que rondaban en tu mente…
Fue aquella noche, cuando más te quise...
Fue aquella noche, cuando más te amé

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Me suicide sobre tu tumba.
La fría bala destrozó mi cráneo,
La sangre espesa cubrió tu nombre,
Y sin remordimientos reí frente el gozo de la muerte

Oriné en el último destello
De tu mal recuerdo
Antes que mi fría mano
Atentara contra mi existencia

El nombre incrustado en la piedra,
Que anunciaba la presencia
En aquellos que un día te conocieron
Fue borrado por la sangre fresca

Todo lo hice bajo el rencor,
Que carcomía mis entrañas,
Vieja como las nubes,
Que me provocaba tu recuerdo.



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Suerte

Suerte haber nacido como Mario
Y no pensar más que en vivir como quiera,
Bajo los vaivenes de la vida

Que suerte no haber sido freud
Y no tener que desgastar mis noches
Pensando en la variante libidinales

Gran suerte existir como Mario
Sin atavíos que retrasen mi destino
Plasmado en mi propia mano

Dulce suerte no ser Rimbaud
Con demonios que exosice en blancas paginas
Y sin suicidio en pro de la libertad

Que suerte ser Mario
Y caminar pateando una lata,
Tomando coca-cola sin higiene,
Viendo una monja orinarse en cualquier esquina
Vivir sin ataduras, solo vivir.


Cerrar los ojos
Abrirlos y ver el basural
En el que nos hemos convertido

Sentir la bazofia del mundo
Que se yergue sobre nuestras cabezas
Sin piedad, sin misericordia

Cerrar los ojos
Abrirlos y querer cambiar el entorno
Tan podrido como nuestros genes

Pero saber que somos impotentes:
El instinto de muerte es nuestro.


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Que dios me proteja
De la rabia, del odio.
De la angustiaDe tener que vivir
En este paraíso depravado,
Malhechor.
Que dios me ampare
En mis destellos de psicópata
Por la aburridoras noches occidentales
Muerta en sentido
Agonizantes horas de desvelo
En incontables lecturas
Acaso Borges, acasoWitman
En momentos Balzac, en momentos Cervantes
Noches y días de vida loca
Una fuerza que fluye
Desde el interior de mi inconciente
¿Libido o pulsión de muerte?
Solo el psicoanálisis lo sabe.
No importaEstoy en mi ventana
Pidiendo ayuda
A lo que no veo, pero siento
Jorge Sarmiento( Abdel k.)
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CUENTO BORRADOR

Miras el reloj y sabes que es tarde. Sigues viendo TV, consumiendo la basura que algunos llaman séptimo arte. La película es francesa y no pasan subtítulos. Es el medio día, la hora del almuerzo. Tus entrañas comienzan a exigirte, a protestar. Estas a la mitad de la película, cuya duración no conoces ni te interesa saberlo.
Afuera se escucha la vida. La hora pico se hace sentir. Todos van como locos en busca de aquello que tu estomago te pide. Afuera está la gente normal. Gente con stres, con cansanci0o en sus huesos, con cientos de neuronas muertas, con esposas ninfomaniazas, con hijos que son buenos estudiante, que se interesan por el sexo, Por tomarse una coca-cola a las doce del día. A fuera la cotidianidad continua. Miles de carros pitando blasfemando. A fuera se escucha la radio, la música, se oyen cantantes que incitan a mover el trasero, a deshacerse de las normas y de la ética. Afuera está la vida. Y tus continuas viendo la película, sin entender francés, sin saber siquiera de que se trata, ni conocer a esos idiotas que se autonombran actores.
La película es mala, lo sabes. Aunque no tengas conocimiento sobre la crítica del cine, no hay que ser un experto para conocer ese tipo de cosas, piensas. Un pensamiento, algo extraño, tus capacidades mentales en movimiento, un razonamiento que se ha puesto en marcha, la reunión de todos tus conocimientos acumulados durante toda la vida. Un pensamiento, algo irónico. Más aun cuando pudres tu mente viendo a una pareja besarse con pasión. ¿Será que le habrá besado así en la vida real? siguen tus pensamientos ¿le habrá pasado su brazo por detrás de la espalda, la habrá acercado hacia así, le habrá visto los ojos directamente, le habrá dicho una palabra hermosa, rayando en la cursilería, habrá tocado sus labios con los suyos? Y de pronto la palabra, esa palabra que lo acaba todo, corten, corten, corten, quedó estupenda la toma, será un éxito. Te imaginas como hablarían en su francés pedante, felicitándose a ellos mismos, enredados en ese idioma que jamás te interesó saber.
Miras el reloj y sabes que es tarde. Y el calor hace su presencia. Tanto a fuera como aquí, encerrado y apartado de aquellos que se consideran normales, viendo algo que no entiendes, con la entrañas exigiéndote, con el tiempo, que cada vez pasa más lento el aire pesado que se instala a esta hora. La película se esta acabando. Lo sabes porque los personajes han dejado de tener sexo y eso siempre pasa al final de toda película, así sea francesa. ¿podrán hacer una película sin sexo? En estos días es imposible, piensas, Otro pensamiento, denuedo la maquinaria mental que se ah puesto en marcha, neuronas que comienzan a activarse a vivir, imposible, porque hablar de sexo , mostrarlo, imaginarlo en toadas sus posibilidades se ha vuelto común; decir sexo es estar bien informado, aunque no sepas como se practica ni para que sirve; amor de película sin sexo, difícil de imaginar, sólo en Disney, aunque no creas que los enanos se aguantaron la tentación de estar junto a blanca nieves.
Miras el reloj y sabes que es tarde. Ves los créditos al final de la cinta, al director los productores, asistentes y todos los que no tienen importancia conocer. Es tarde, lo sabes. Tienes hambre, pero la hora de comer ha pasado. Ya todo ha vuelto a ser como debe, el estrés en el trabajo, los bancos atestados de colas sin fin, tráficos sin cogestión, mujeres satisfechas por sus maridos, el calor rutinarios: la vida que sigue.
Miras el reloj y sabes que es tarde. Y te quedas sentado, frente a la TV. sin ánimos ni esperanza alguna, esperando la cena, para la que aun es temprano.

Jorge M. Sarmientoperez.


Mañana: desayuno y sueños pesados
I
Suena el despertador. Javier se levanta con esfuerzo, sin motivación y con el ánimo que la monótona rutina nos impone. Se frota los ojos y espera unos segundos mientras se percata que aún vive. Se da cuenta que es temprano, más aun siendo domingo. Pero decide levantarse, a pesar de mantener el sueño pegado a su cuerpo. Se coloca las pantuflas y prepara café.
Javier ha dormido mal. Ha tenido el mismo sueño durante varias semanas y ya comienza a fastidiarlo.
-es lo mismo: no varia en nada- le dice a Lucrecia (hermosa, comprensiva: una buena mujer).
Lucrecia lo escucha con poca atención, mientras se prepara para salir.
-es lo mismo. Ya te he contado como es.
-si ya me lo relataste. Lo de la película francesa y todo eso ¿verdad?
Lucrecia no presta atención, nunca lo hace. Lo peor que habla como si lo hiciera. Javier lo ha notado, pero prefiere que sea así, aunque a veces le moleste. En varias ocasiones ha pensado en matarla, luego recuerda la compañía y el amor que ella le brinda y se arrepiente. Lucrecia ama a Javier y él ama a Lucrecia, así no lo demuestre.
-creo que seria bueno ir al medico- dice Javier. Pero Lucrecia se ha marchado como todos los días. A veces Javier juega imaginando que se ha ido para siempre, que lo ha abandonado. Imagina como seria su vida sin Lucrecia, sabiendo que no soportó estar más tiempo a su lado. Javier feliz pensando en esta situación.
Ir al medico por un sueño; ir por algo que se repite noche tras noche: la película francesa, el reloj que no marca nada pero que indica que es tarde, el ruido en la habitación y esa sensación de no hacer nada, de no comprender nada. ¿Que le podría decir el medico?, lo mandaría donde el psicólogo, probablemente, piensa.

II
La soledad en la casa se hacia sentir. Todos los días, la ausencia de Lucrecia formaba un ambiente tedioso en el que Javier se veía envuelto sin poder escapar. Quedaba en medio se sus pensamientos, reflexionando sobre sí y sobre su vida junto a Lucrecia, aunque últimamente los suelos habían comenzado a desplazarla, tomando una importancia creciente. Javier lo sabía y no hacia nada por cambiar su curso ¿qué se lo impedía? Sus sueños se habían transformado en una obsesión, repitiéndose cada noche sin pausa, adueñándose de él cada día con más fuerza, haciéndole cambiar su estado de ánimo. Javier se sentía fastidiado con esta situación, que lo afectaba más de lo que podría considerarse normal. Pero la soledad que a diario sentía no le dejaba otra alternativa que permitirle a la mente libertad absoluta. La presencia de Lucrecia era para Javier de más valor de lo que él quería reconocer y su ausencia se estaba volviendo trastornante.
El sabia el por qué Lucrecia se iba todos los días, lo que no entendía era por qué o se quedaba. Desde hacia cinco años ese situación se repetía a diario. Lucrecia se iba en la mañana y regresaba por la noche. Era la misma rutina, sin descanso. Javier no recordaba cuando fue la última vez que pasó un día entero con ella, sin la necesidad de entrar en ese juego de farsas que se habían inventado para tapar la angustia que cada uno experimentaba cada mañana.
-como dormiste-dice Javier
-bien ¿y tu?
-bien, creo
-¿crees? Como que crees-pregunta Lucrecia, aun sabiendo la respuesta.
-he soñado de nuevo con lo mismo.
Y todo se repite como ayer, como mañana se repetirá. Esa monótona conversación a la que Javier se dejaba llevar como un niño que camina de la mano de su madre.
-el desayuno esta listo-dice Lucrecia-que preparaste-nada especial. Sabes que no soy una experta en el arte culinario.
“no, no eres una experta en la cocina. Pero si en las noches, en la cama” piensa Javier, mirándola con cierto desden.
Se habían conocido años atrás, cuando Lucrecia no era nadie y él poseía un futuro prometedor. Se vieron en un restaurante viejo, cada quien en su mesa, solos, comiendo lo mismo. Javier decidió acercársele. Se presentó, le pidió su nombre, charlaron y al día siguiente ella se iba, dejándolo durmiendo entre las sabanas. Cinco años habían pasado desde entonces. El futuro de Javier jamás llegó y Lucrecia se hizo cargo de todo.
-¿ya te vas?-pregunta Javier.
-sí-responde ella-ya me voy.

III
Javier presta atención a los ruidos que se hacen presentes en la casa a esa hora. Nada, silencio absoluto. De nuevo la soledad, de nuevo él y sus pensamientos. No escucha ruido, ni afuera ni adentro. Deja que los pensamientos queden libres en su mente: Lucrecia, él, su vida.
De pronto se acordó del desayuno. Fue a la cocina y lo preparó. Hizo huevos con pan y mantequilla, algo sencillo. Siguió la rutina del desayuno. Comió despacio, saboreando cada cucharada de comida. Mientras tanto pensaba en los sueños ¿por qué no se habían convertido en una rutina diaria? La comida era algo poco necesario para él; Sólo lo hacia por la necesidad de alimentarse. En cambio los sueños son distintos a cualquier cosa que pueda existir. Son manifestaciones de algo que pasa en la mente: avisos sin propaganda. Pero soñar lo mismo cada día ya no seria un aviso, es algo que se hace realidad, piensa. Le Perecía que su mente le predestinaba un futuro casi incierto, al cual no tenía acceso; Sólo el presente le era conocido, lo contrario de su pasado, amargo y lleno de ilusiones que volaron de un momento a otro, sin darse cuenta.
Javier deja que sus pensamientos queden libres sin rumbo definido. Algunas veces caía en la total incoherencia, mostrando hasta que punto habían comenzado a afectarle.
Terminó el desayuno, lavó los platos y se dio cuenta que no tenia nada que hacer. Así que se tiro en cama, boca arriba, mirando el cielo raso. Tenía sus ojos fijos en una araña que intentaba atrapar a una mosca de vuelo distraído. Sus movimientos eran finos y precisos. Sujetaba a la mosca con sus largas patas mientras intentaba enrollarla en una fina capa de telaraña. Javier observó este largo rato, sin despegar su atención de aquellos animales que luchaban cada uno por su supervivencia. Cuando entró en un estado de letargo mental y físico: quedó dormido. Sintió que su cuerpo se volvía liviano entrando en el reino de las ilusiones, en donde no existe tiempo o espacio alguno. Se sentía tranquilo, seguro, sin preocupaciones que lo atormentaran. Sintió que su cuerpo volaba por un aire sin peso, sin olor y desconectado de todo lo material que estaba acostumbrado. Cuando de repente cayó en una silla, frente a un televisor. Miró el reloj estático en la pared y supo que ere tarde. No había hora pero era tarde; no había hora, pero hacia el calor normal del medio día; no había hora, pero sabia en que momento del día estaba. El televisor estaba encendido, mostrando una película francesa. Afuera de la habitación s escucha el ruido de la vida que continua, mientras que en aquel recinto pareciera que el tiempo se hubiera estancado. Sentía hambre, pero esa necesidad fisiológica-que lo irritaba hasta el extremo-parecía como si fuera parte de un mecanismo, sin el cual no funciona. Una necesidad que le mortifica sin piedad, azotando su organismo. Todo es distinto: El aire que se respira, las formas de los objetos, la sensación de hallarse en ante un vacío, la falta de incomprensión de las cosas. Javier se siente tranquilo, a pasar de del hambre que lo azota. De un momento a otro nació la idea de quedarse en aquel lugar para siempre, de no alejarse de allí. Javier es feliz pensando en esto.
Jorge M. Sarmientoperez