17/10/2006

Finalistas Colegio Bilingüe...

las y los finalistas... junto al jurado "descalificador"

BilingÜe..

bueno y por alláa... yo al micrófono... (gustavoarrieta)

colegio Bilingüe...

bueno aunque el fotografo sea malo.... hay estaban Yariffe Marín, Yair Barrera y la Bibliotecaria... de jurados

JORNADA LITERARIA Colegio Bilingüe de Santa Marta

El grupo de TA.LI.U.M. taller literario estuvo participando de la Jornada Literaria del Colegio Bilingüe de Santa Marta donde tuvo la oportunidad de realizar lecturas dinámicas de cuentos y ser jurado del Concurso de Declamación de los niños y niñas de la Básica Primaria.

10/10/2006

PREMIO NAL. DE POESÍA MARIA MERCEDES CARRANZA

Amigos: Ayer fue concedido el Premio María Mercedes Carranza en la ciudad de Bogotá. Cualquier difusión a esta información mucho lo agradeceríamos.

Atte. FEDERICO DÍAZ-GRANADOS

ACTA DEL JURADO CALIFICADOR
DEL PREMIO NACIONALDE POESÍA MARÍA MERCEDES CARRANZA

Reunidos en Bogotá el día 8 de octubre de 2006 en la sede de la Tertulia Poética de Gloria Luz Gutiérrez, los suscritos jurados MARIO RIVERO, JOTAMARIO ARBELÁEZ, JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS, JUAN GUSTAVO COBO BORDA, y HERNANDO CABARCAS ANTEQUERA, luego de leer y evaluar las 371 obras presentadas al Premio Nacional de Poesía María Mercedes Carranza hemos decidido por Mayoría conceder el Primer Premio consistente en $15.000.000 (quince millones de pesos) y publicación del libro al poemario SCRIPTA MANENT firmado bajo seudónimo Juan el poeta correspondiente a GIOVANNY GÓMEZ de la ciudad de Pereira. De igual forma hemos decidido otorgar el Segundo Premio consistente en publicación de la obra al poemario HOJAS DE PAPEL VOLANDO firmado bajo seudónimo Catalina García correspondiente a PATRICIA ARIZA de la ciudad de Bogotá.

El jurado ha considerado que el libro ganador SCRIPTA MANENT tiene una unidad y una coherencia reflexiva que demuestra un cabal conocimiento de la tradición poética en lengua española y una forma personal de recrearla y asumirla. Su tono, demuestra que la modernidad es también una tradición: la lectura crítica y la honda reminiscencia del pasado clásico aún vigente.

Del libro HOJAS DE PAPEL VOLANDO se ve una voz de mujer fresca e inmediata que nos trasmite su conmoción ante el mundo y la literatura. Sus líneas concisas, estrictas, no soslayan el dolor de tantas pérdidas con entereza, altivez y una sencilla capacidad de resistencia creativa.

Igualmente el jurado destacó la calidad de las siguientes obras: MANICOMIO ROCK de Jorge Ladino Gaitán, MARIPOSAS MARINAS de Paula Torres Holguín, POEMAS CURADOS DE Espanto de Luis Alberto García, LAS HABITACIONES DE LEONOR de Darío Sánchez Carballo, TINTA ROJA de Lineth Marcela Navarro, ATRÁS de Luis Fernando Charry, LA SONRISA ESTALLADA de Juan David González y CASA DE CITAS de Carlos Mario Garcés.

Firmado en Bogotá el día 8 de octubre de 2006


MARIO RIVERO
JOTAMARIO ARBELÁEZ
JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS
JUAN GUSTAVO COBO BORDA
HERNANDO CABARCAS ANTEQUERA

6/10/2006

HOMENAJE ÈTNICO...

VELADA LITERARIA... HOMENAJE ÉTNICO

(selección de poemas y textos, charla indigenista, muestra artístico-musical y artesanal... grupo vallenato unimag)

MIÉRCOLES 11 DE OCTUBRE
5:00 PM
EN LA PLAZOLETA CENTRAL UNIMAGDALENA

ta.li.u.m.
-letra x letra - palabra x palabra-
taller literario universidad del magdalena

escúchanos LITERAL-MENTE todos los lunes de 7 a 8 pm
en unimagdalena radio 91.9 de la fm
envíanos tus comentarios al...
e- mail: taliunimag2@hotmail.com

5/10/2006

JULIO AZAR... reconocimiento...Fallo VI CONCURSO DE CUENTO UNIVERSIDAD AUTONOMA LATINOAMERICANA DE MEDELLÍN

ACTA DEL JURADO

Después de una cuidadosa lectura de los 298 trabajos enviados al concurso de cuento de la Universidad Autónoma Latinoamericana en su versión 6ª (año 2006), los jurados abajo firmantes procedieron a discutir acerca de los méritos de los relatos que cada uno de ellos seleccionó de acuerdo a su criterio estético como posibles ganadores del concurso.
Los resultados de la deliberación fueron los siguientes: el cuento La vez que todos fuimos Jairo, de Luis Miguel Rivas Granada (Envigado), obtuvo por unanimidad el primer puesto. Dicho cuento es un texto que fusiona un realismo descarnado con una inquietante dosis de absurdo, además de estar magníficamente escrito y de sobresalir por el ágil manejo del diálogo.
el segundo premio fue otorgado al cuento Juegos de oficina. Una partida y un regreso en cuatro movimientos, de Efrén Giraldo Quintero (Medellín), narración que por el sutil tratamiento de personajes y situaciones de la vida cotidiana, y en el plano del realismo exterior tanto como en el psicológico, renueva una temática, creando una atmósfera narrativa no por lo delicada menos contundente. Desde el punto de vista del estilo este cuento llena los requisitos de la buena escritura literaria.
además, aunque el concurso no contemple la posibilidad de un tercer premio, los jurados, de común acuerdo, decidieron destacar el cuento Elena se va para Cali, de Julio David Azar Blanco (Santa Marta), debido a su estructura, que parece integrar dos argumentos diferentes en una unidad diegética notable. Nota: cabe agregar que Julio Azar es estudiante de V semestre del programa de Cine y Audiovisuales de la Universidad del Magdalena y recibió la asesoría y apoyo del TA.LI.U.M. Taller Literario de la Institución.
Los jurados opinaron, además, que cuentos como:
En el jardín de las Hespérides, de Hernando González Rodríguez (Medellín)
Jazz funeral, de Alonso Bayona Martínez (Bogotá)
La noche bajo el corazón, de José Daniel Henao (Medellín)
En el 48...,de Moisés Cabrera Herrera (Santiago de Cali)
Como el hombre araña en la punta del edificio Coltejer, de Óscar Gutiérrez (Bello)
Muñeca desnuda, de Daniel Ferreira (Bogotá)
La estrategia, de Juan Felipe Ospina Villada (Girardota)
Sábado por la noche, de Sandra Castrillón Castrillón (Medellín)
La historia que nadie supo, de Cenelia Correa Díez (Medellín)
y El hombre de papel, de Jorge E. Miranda Arango (Medellín)
cuentan con los suficientes méritos para ser incluidos conjuntamente con los galardonados, en un volumen, lo cual, los abajo firmantes, recomiendan a la Universidad.A juicio del jurado, el concurso que acaba de fallarse fue exitoso por el número de los participantes y porque, a pesar de que el cuento es un género que exige un trabajo arduo, la calidad de los trabajos da idea de un conocimiento del oficio y de lecturas muy bien asimiladas de los grandes maestros del género.
Fecha de la reunión final de los jurados: 22 de septiembre de 2006.

Hernán Botero Restrepo Fdo.

Everardo Rendón Colorado Fdo.

Líderman Vásquez Barrios Fdo.

ELENA SE VA PARA CALI


EL DIA DE RAFAEL.

5:35 a.m.
Cinco minutos después de haberse activado la alarma del reloj despertador, Rafael empezó a ronronear tiernamente en el oído de Elena buscando despertarla. La cubrió con sus besos de recién casado pretendiendo desvestirla mientras jugaba con el provocador pijama que a ella le había regalado su madre el día de la boda para que lo mantuviera contento.
Ella dejaba escapar delicados gemidos somnolientos que le hacían notar su aire de niña consentida queriendo dormir un poco más antes de complacer a su esposo.
Las luces de la mañana se filtraban por las satinadas cortinas rosadas, resaltando en medio de su liviano sueño cada fina facción de su rostro, inspirando aún más al joven esposo a cubrirla de insistentes y apasionadas caricias.
Luego de algunos monótonos minutos de aquella situación; Elena se sintió algo fastidiada, tensando con una sola frase el ambiente casi perfecto logrado hasta ahora por su mutuo amor.
-¡Ahora no quiero, ¿no comprendes?! –dijo levantándose de la cama repentinamente hacia el baño cubriendo su boca con la mano.


8:01 a.m.
Sentado en su escritorio, todavía desconcertado por la reacción de su esposa; Rafael trata de concluir cientos de ideas pero ninguna lo convencía. La conocía desde la secundaria y jamás le había dado una respuesta del modo en que se la inauguró esa mañana. Si algo la caracterizaba era su infinita amabilidad, su paciencia y el sutil modo de persuadir a cualquiera incluyéndose ella misma.
-Debe ser normal en el matrimonio –pensaba él tratando de justificarla.
Pero los continuos acechos de la idea de un amante no lo abandonaban un sólo segundo. Sus ojos no se corrían, por mucho que el quisiera, de la fotografía que ella misma colocó en el portarretrato de mármol para recordarle a las secretarias que la esposa de su jefe era muy hermosa, y de esta forma se resistieran a insinuársele.
La intranquilidad de Rafael crecía rápidamente a medida que la palabra “amante” titilaba agrandándose en su cabeza cual letrero de video juego que anuncia que el jugador numero dos ha ganado: “player 2 won”.
Tomó el teléfono mordido por una repentina ira desaforada para preguntarle quien era el idiota con el que estaba acostándose, que acabaran de una buena vez con la farsa de su matrimonio; que ni pensara que recibiría un peso de él y que el carro el apartamento y Susy, la perrita eran de él; que se quedara con su amante y fueran muy felices. Pero al escuchar la amalgamada voz entre sensual y juguetona, quedó completamente petrificado. Solo pudo decir con un forzado y delicado tono:
-Hola, amor. ¿Dónde estás?
-En casa de mamá –respondió ella titubeando.
-Ah… Sólo te llamé para recordarte que te amo.
-Yo también mi amor. Adiós.
El sonrió dejándose caer en el espaldar de la silla reclinable. No podía negar que sintió un profundo alivio al escuchar ese par de frases tan tranquilizantes. Hasta se dijo estúpido por pensar que ella estaría con otro hombre, es más, se prometió invitarla a comer esa noche para limpiar un poco su conciencia. Se repetía emocionado la respuesta que su golondrina le lanzó: “En casa de mamá”. Llenó de besos la fotografía pidiéndole perdón por haber dudado de ella.
De pronto su éxtasis se detuvo. Con sus labios puestos sobre el vidrio del portarretrato de mármol abrió sus ojos cayendo en la cuenta del nerviosismo con el que ella había dado su respuesta.
Por disipar sospechas tomó en teléfono frunciendo el ceño y marcó a casa de la madre de Elena. Doña Emperatriz contestó medio dormida.
-Buenos días, suegrita. Comuníqueme con Elena un momento, por favor.
-Buenos días, Rafita –dijo ella bostezando. –Si estuviera con mucho gusto, pero ni siquiera me ha llamado la muy desagradecida.
La respiración de Rafael se detuvo; su boca se abrió sin que se diera cuenta. Sus mejillas se empaparon de lágrimas imaginándola diciéndole a su amante: “No te preocupes por el imbécil de mi esposo, cree que estoy donde mi mamá”. La imaginaba gimiendo de placer con las piernas abiertas, y a su amante montándola como un excelente jinete que domina a su yegua a la perfección.
Nunca alguien se atrevió a herirlo de esa manera, a un alma tan sensible y buena como la suya y mucho menos lo esperaba de ella; a quien le entregó todo lo que se puede llamar todo desde el principio. No le cabía en su corazón acelerado tanta injusticia. Esa clase de traiciones sólo se solucionan de una manera sin posibilidad de buscar el hallazgo de otra: asesinándola.


8:25 a.m.
El teléfono de su oficina sonó una vez y él lo tomó lentamente con la mirada perdida en un mar de sangrientas posibilidades. Llevó la bocina hasta su oreja pero no pronunció palabra alguna. Al escuchar la voz de Elena su rostro se desencajó componiendo con mucha exactitud una mágica expresión de odio.
-¿Rafaél? –preguntó ella al otro lado.
El no contestó más que con un gemido de afirmación.
-Necesito que hablemos, tengo que decirte algo muy importante.
-Ya lo sé –dijo él con ganas de terminar la frase una palabra como “perra” o algo parecido. Pero el amor que sentía por ella solo le permitía por ella solamente le permitía contemplar la idea de matarla, mas no de insultarla.
-Supongo que sospechas –dijo ella después de un corto silencio. –Pero quiero confirmártelo personalmente. Nos vemos en el restaurante que está a la vuelta de tu oficina al medio día. Adiós.
Fueron las horas más largas que cualquier ser humano hubiese podido esperar. La ansiedad lo carcomía por dentro y por fuera, porque sus uñas y sus cabellos se hicieron victimas de su desesperación.


12:01 p.m.
Sus pasos eran tan lentos y pareciera que los estuviese contando. Sus puños se habían comprimido desde que soltó la bocina abriéndose únicamente para salir por las puertas hacia el restaurante. Su mente invadida de sangra no se detenía ni para pensar en lo que ocurriría con él luego de asesinarla.
Allí estaba ella. El no se sorprendió al verla abrazada con un hombre que se hizo familiar, pero no le dio la gana de tomarse el trabajo de recordar quien era. El hombre le brindó una caricia y sonrió coquetamente logrando sonrojarla como él ya no lo hacia. Era todo lo que necesitaba ver para terminar de planear el homicidio.
Detuvo un taxi silenciosamente y le pidió al conductor que lo llevara a un lugar donde vendieran armas para asesinar esposas infieles.
-Después de que pague –dijo el anciano conductor. –Lo llevo a que mate la mía si quiere –y sonrió mostrando su falta de dientes.


2:15 p.m.
Del otro lado de la puerta principal del curioso apartamento decorado por la misma Elena, escuchó la voz del portero de edificio preguntando:
-¿A don Rafaél, desde cuando le gusta esa música de locos?
-Eso mismo me pregunto, Weimar –respondió Elena mientras abría la puerta y se encontraba con los encendidos ojos de Rafaél y recibiendo las bolsas que el bonachón portero le ayudaba a traer.
-Yo le aviso Weimar para que traiga a su hija, muchas gracias.
Antes de llegar, Rafaél le ordenó al taxista que hiciera estación en una tienda de discos. Allí compró el álbum de la banda más escandalosa que pidió le recomendaran.
-Uno nunca termina de asombrarse –le dijo la coqueta jovencita de la caja donde canceló. –Quien iba a pensar que a alguien tan elegante como usted le gustara el Heavy Metal.
-Es para inspirarme –dijo él sin muchas ganas de hablar.
La hora llegó. Ahora estaba abrazado a un irónico final: asesinaría a la mujer más amada del mundo precisamente por eso, porque la amaba.
La vio más hermosa que nunca. Parecía que la sala era iluminada por la alegría de su rostro. Ella se acercó a él haciendo soñar las bolsas buscando llenarlo de curiosidad y preguntara que había en ellas. Lo besó diciéndole sin rencor que si no iba a cumplir una cita, por lo menos la llamara; y que por favor le bajara un poco a esa música de locos.
Terminó bajando la cabeza para ocuparse de las bolsas que el nunca notó hasta después de mirarla tendida en el suelo con un balazo que le entró por el pómulo izquierdo y le salió por el oído derecho.




EL DÍA DE ELENA.


5:45 a.m.
Minutos después de disfrutar las deliciosas caricias que sólo su esposo sabía darle, sintió unas inusuales ganas de vomitar las cuales le produjeron fastidio y tampoco le dejaron evitar la reacción que tuvo.
-¡Ahora no quiero, ¿no comprendes?! –dijo levantándose de la cama repentinamente hacia el baño cubriendo su boca con la mano.
Se llamó estúpida golpeándose la frente luego de vomitar por haber tratado tan injustamente al mejor hombre del mundo.


8:05 a.m.
Su teléfono celular timbró justo cuando se acercaba el médico con los resultados de la prueba en las manos. Ella le hizo una seña para que esperara un poco, pues debía atender la llamada de su esposo.
-Hola, amor. ¿Dónde estás? –preguntó Rafaél.
En caso de que fuese acertada la sospecha de embarazo, no quería dañarle la sorpresa a su marido; por lo que no le dijo el lugar en el que se encontraba.
-En casa de mamá –respondió titubeando gracias a los nervios provocados por el rostro del médico quien la miraba con cara de resultados positivos.
Apenas terminó de hablar su alegría fue tan espontánea que corrió gritando por el pasillo de la clínica la noticia que todavía no le daban por completo. Pero era cierto. Su felicidad era mayor por Rafaél, pues uno de sus mayores deseos era tener un bebé, y el hecho de cumplírselo era demasiado placentero para ella. El único hombre que había amado desde siempre, y al que estaba segura amaría hasta el día de su muerte se llamaba Rafaél.


8:25 a.m.
Calmó un poco su fascinación para poder hablar con su marido sin que este preguntara el por qué de tanta felicidad. Él, la conocía tanto que no necesitaba verla para darse cuenta de lo que ella sentía con el sólo tono de su voz.
Su extrañes no fue poca cuando Rafaél levantó la bocina sin pronunciar palabra alguna. Sin embargo no le dio trascendencia y le dijo ansiosa la frase planeada segundos antes con el fin de generarle expectativa.
-Necesito que hablemos, tengo que decirte algo muy importante.
Desbordando su dicha hasta por sus poros, se fue corriendo a contárselo a su madre. Ambas saltaron de felicidad toda la mañana emocionadas con la llegada del primogénito. Doña emperatriz se olvido del resto del mundo, hasta de decirle a su hija que Rafaél había llamado hacia un rato preguntando por ella.
No perdieron un minuto para irse a comprar prendas de bebé y todo lo que vieran necesario para el período de maternidad.
Durante el recorrido iban discutiendo animadas los posibles nombres según el género. Sin duda para ambas, si era niño se llamaría como su papá: Rafaél.
Se acercaba el medio día. Elena se despidió sin explicarle la urgencia a su madre, diciéndole únicamente que la telefonearía por la tarde.


12:07 a.m.
Esperando ansiosamente y tomando un jugo natural, encontró en el restaurante a su mejor amigo del colegio quien también lo fue de Rafaél. Era el nuevo administrador del lugar y estaba recién llegado a la ciudad. Al ponerse al tanto de las noticias más recientes de cada uno, un caluroso abrazo simplificó las felicitaciones ofrecidas mutuamente, sellando destinadamente el estigma.
-Estás más hermosa que nunca –le dijo el hombre acariciando sin malicia su mejilla. .Se nota que Rafaél te tiene bastante consentida.


2:14 a.m.
-¿Cómo le parece, Weimar? Estoy embarazada –le dijo al portero del edificio llegando a la puerta principal del modesto apartamento.
-Que bueno señora Elena. No se le olvide invitarme al bautizo –dijo el bonachón asombrándose al escuchar el ruido que venía del interior del apartamento.
-¿A don Rafaél desde cuando le gusta esa música de locos?
-Eso mismo me pregunto, Weimar.

…Barranquilla puerta de oro,
París la ciudad luz,
Nueva Cork capital del mundo,
del cielo Cali la sucursal…

Grupo Niche.

FIN

OTRO CUENTO DE JULIO AZAR.....

LA SERPIENTE



La mañana que la conocí, entró a mi habitación como perra por su casa. Llevaba puesto un vestido negro como si presintiera la cercanía de su funeral. Sus cabellos lisos y rubios a la altura de la nuca inspiraban una morbosa ternura compuesta por el rosado de sus delicadas mejillas.

Cual excelente actriz, estaba convencida de que las joyas de cobre que usaba eran del más fino oro americano. A mí también me convenció; aunque a esa edad, ¿a quién no?

Se aproximó sigilosamente mirándome con sus inquietos ojos saltones, tambaleándose sutilmente y siempre con una de sus venosas manos sosteniendo un cigarrillo besado de vez en cuando por sus gruesos labios pintados de rojo escarlata, ese rojo que inspira deseo.

Las cortinas de la ventana aún no estaban abiertas, por lo que el mismo claroscuro matutino de la habitación fue su cómplice para evitar los ojos de la calle. En medio de un impertinente silencio ayudado por la nerviosa rigidez que inundaba mi cuerpo, ella se decidió a proceder con lo que seguramente tenía planeado. Se sentó en el borde de la cama a desabotonar mi camisa de dormir; deslizó sus largas e intimidantes uñas por mi pecho. No supe en que momento comenzó a sonreír sólo con la mitad de su boca, lo cual de cierta manera me relajó un poco. Pero aun así no podía mirarla fijamente a los ojos. Yo sospechaba que la presión de su mirada era tan fuerte que si me atrapaba me haría llorar.

Su mano sorpresiva entró debajo de mis pantalones haciéndome respirar en seco. Eso la obligó a cerrar sus ojos mordiendo con sus dientes parte de su labio inferior, mientras el movimiento de la mano ascendía en el centro de mi cuerpo.

Ahora un poco más agitada tomó mi mano y la puso bruscamente sobre sus senos anhelantes; luego la bajó hasta su vientre delgado, en donde estoy seguro que los gusanos que llegarían después de su muerte sintieron en ese momento la vibración de mis nervios. Levantó rápidamente su vestido invitándome a explorar lo que debajo se humedecía. Ni siquiera me atreví a mirar.

La chispa que se produjo al arrojar desesperada el cigarrillo contra la pared, recurrieron seguidamente durante varios segundos en mi cabeza y mi visión se oscureció por un momento desbordando el miedo de mi alma.
-No me haga daño, señora –le dije con voz temblorosa, notándose apenas mis ganas de llorar. Fue entonces cuando se eliminó en su rostro cualquier expresión. Se levantó y sin decir una palabra se marchó.

Desde que recuerdo mis recuerdos, siempre viví con abuela María. Ella me contó que papá se suicidó pocos meses después de mi nacimiento, luego de haber encontrado una carta que mamá le escribió por broma diciéndole que se iba con un hombre europeo al otro lado del océano, para darle la vida que ella se merecía. Al llegar muerta de risa acompañada por abuela María, quien me tenía en sus brazos; suponiendo ambas que él estaría furioso; se encontraron con la sarnienta sorpresa. Mamá enloqueció en favor a su conciente culpabilidad. La encerraron por varios años en una cárcel de la que escapó con ayuda de psiquiatra que la trataba. Dijeron que el también venía mostrando dejos de una locura que al parecer le contagió mamá. El caso fue cerrado porque según las autoridades murieron en un accidente aéreo esa misma semana.

Estoy convencido de que abuela María ha tratado desde entonces de mantenerse cuerda y viva, gracias a que no soportaría enloquecer o morir dejándome a la intemperie de las irónicas calamidades que el universo prepara para los mortales. Sin embargo, esa mañana mientras ella picaba las verduras de almuerzo lloraba silenciosamente. Yo aun no salía del trauma provocado por la trascendente escena anterior que no me permitía abandonar la vergüenza, al suponer que abuela María me había visto tocar sin mi completa voluntad las tetas de esa mujer. El ambiente que nos rodeaba se hizo denso y demasiado extraño para entenderlo en la inocencia de la plena pubertad.

Soñé todas las noches siguientes con esa mujer. Soñaba que se metía en mi cobijas en forma de serpiente y se enrollaba en todo mi ser; que metía su lengua en mis orejas susurrando que me la comiera. Yo lo hacía. Varias mañanas desperté con los pantaloncillos mojados y con unas profundas ganas de verla nuevamente en mi habitación con su pícara sonrisa, se levantara el vestido y me invitara a chupar todo su veneno. Anhelaba escuchar su respiración agitada, besar sus labios rojos mordidos por sus dientes; contemplar su cuerpo desnudo vulnerable a mis ganas de tomarla y hacer todo lo que ella deseó el día que la conocí, y que no fui capaz de hacer.

Despertaba en la madrugada y me desnudaba para ahorrar tiempo en la posibilidad maravillosa de su llegada. Pero allí me quedaba hasta el amanecer, ofreciendo lo que fuera necesario para negociar la entrada de abuela María diciéndome que el desayuno estaba servido, por la silenciosa y enigmática presencia de esa mujer.

Una de aquellas mañanas vacacionales a esperaba como ya era costumbre. Excitado con la ilusa idea de que ese día mi buena estrella cumpliría con mis llamados. Como la diosa serpenteante que era en mis sueños felices, se deslizó por el marco de la puerta sosteniendo el familiar cigarrillo en una de sus manos; se detuvo levemente extrañada por la firmeza de mis ojos sobre los suyos. Arrojó el cigarrillo no sin antes tomar la última bocanada de humo, el cual no volvió a salir nunca más. Se desnudó con poca pasión en el mismo lugar de su parada. La puerta estaba abierta y no nos importó. Una pregunta rondaba en mi ingenuo pensar sin encontrar respuesta pertinente: “¿Qué debo hacer?”. Y como si ella la hubiese leído se acercó acariciando sus pezones decidida a actuar ante mi inmovilidad. Sus majestuosas curvas blancas trajeron a mi subjetividad la figura de la apasionada serpiente de mis sueños produciendo algo parecido a un “Deja vú”. Era una de esas mañanas en la que esperé desnudo, lo que agilizó el contacto de nuestras pieles erizadas. La pasión, en principio ausente, ahora se apoderaba sin compasión de nuestros mundos. Y lo hizo hasta el medio día.
-Serás mi pequeño esposo -dijo tendida en el suelo acariciándome las chácaras con los dedos de su pie.
Los gritos de gata que ella había lanzado continuaban haciendo eco en mis oídos. Fue como si mil cuchillos penetraran en su espalda persuadiéndola a retorcerse y a maullar.
-Nunca te haría daño –volvió a dejarme escuchar su cansada voz. –Nunca te haré ninguna broma. Un estruendoso ruido se produjo dentro de la habitación. El pesado y agonizante cuerpo de abuela María había caído con el cuchillo de cortar las verduras en su mano, con la otra apretando su corazón y el rostro bañado en lágrimas. Mamá lloró. No volvió a mirarme. Se levantó. Tomó el cuchillo de la mano muerta. Lo clavó en su corazón. Cayó. Y murió.

FIN